Todas las semanas, especialmente durante el periodo de concursos, lo colombófilos tenemos una cita, casi obligatoria, con los Servicios de Meteorología de las distintas radios y televisiones donde nos informan, con mayor o menor acierto de las previsiones que en ese sentido realiza el Instituto Nacional de Meteorología (I.N.M.).
Montesdeoca, Maldonado, Mario Picazo, etcétera, intentan con buena voluntad, pero en ocasiones, con poco acierto, darnos una visión de la previsible evolución de la atmósfera en las próximas 24, 48 o 72 horas; si bien nos advierten que las previsiones más allá de 24 horas son poco fiables en muchos casos.
Una vez vistas y oídas las previsiones, los colombófilos solemos confeccionar nuestros equipos de mensajeras enviando más o menos palomas al concurso según el resultado de las mismas, intentando que en caso de “catástrofe” ésta no nos deshaga el palomar y nos dejes sin deportistas para acudir a próximas competiciones.
Indudablemente la Meteorología no es una ciencia exacta y está influenciada por un cúmulo de factores que hacen que sea prácticamente imposible una fiabilidad del 100% en el acierto de las previsiones en una región determinada, sobre todo si se trata de zonas montañosas donde el cúmulo de circunstancias que pueden variar es aún mayor; y peor todavía si queremos saber lo que las palomas se van a encontrar en su línea de vuelo en los concursos de fondo o de gran fondo.
De todas formas, y por si a alguien le son de utilidad vamos a desglosar una serie de ideas y conceptos generales para intentar descifrar “las claves del tiempo”.
Conocer las diversas gamas de nubes y sus variedades, así como la geografía local, con sus peculiaridades zonales, garantiza con éxito el pronostico a corto plazo. Cada nube y sus formas aparentemente caprichosas, responden en realidad a unas condiciones meteorológicas concretas.
Parámetros como la temperatura, la humedad y el tipo de viento explican su formación y su probable desarrollo en el futuro inmediato. El hecho de distinguir cada nube de acuerdo a su clasificación proporciona muchas pistas sobre el tiempo que se acerca.
Existen diez clases de nubes, cuya simple visión en el cielo nos puede dar pistas fehacientes de la evolución de la atmósfera:
Estratos.- Son nubes bajas, que pueden formar nieblas a ras de suelo. Se distinguen con facilidad y acostumbran a cubrir los valles en situación de buen tiempo.
Nimboestratos.- Capas uniformes grises y oscuras que cubren todo el cielo en situaciones de lluvias. Con frecuencia reposan en forma de nieblas sobre las montañas.
Altocúmulos.- Manto discontinuo de pequeñas nubes agrupado como un rebaño. Suelen anunciar lluvias en breves horas.
Cirros.- Su aspecto filamentoso y deshilachado las identifica sin ninguna dificultad. Su textura fibrosa, constituida por hielo recuerda las telas de araña.
Cirrocúmulos .- Cielo de textura lanosa, con pequeñas agrupaciones que parecen el oleaje del mar. Pueden confundirse con altocúmulos, que son más opacos y producen sombras.
Estratocúmulos .- Capas de nubes grises y de dimensión horizontal, mucho más largas que altas. Dan un tono plomizo al cielo. No producen lluvia pero denotan humedad.
Cúmulos .- Nubes separadas, de color blanco característico y de base aplanada grisacea. Sus contornos globulares están muy bien definidos. Preceden a las tormentas.
Cumulonimbos .- Espectacular formación de nubes en forma de coliflor enorme, que produce chubascos, tormentas y granizadas. Adquieren forma de yunque si se aplanan por encima.
Cirroestratos .- Capa fina de cristales de hielo que produce muy a menudo efectistas coronas y halos alrededor del Sol. Anuncian lluvias si ganan espesor.
Altoestratos .- Manto nuboso uniforme y gris, que permite dislumbrar el disco solar o lunar. El sol luce tenue y tibio.
El viento es quizás, de todos los parámetros, el más determinante. Cada viento comporta en un cierto lugar unas condiciones de humedad y temperatura determinadas, que van a inducir o no en el crecimiento de nubes.
Por ejemplo, en la costa catalana, los vientos de levante traen humedad y aire templado del Mediterráneo, por lo tanto aumenta la probabilidad de lluvias. Pero este viento tiene carácter continental y seco cuando llega a Galicia, donde cabe esperar sol y calor.
El viento de levante es muy frecuente en el estrecho de Gibraltar, y los vientos de poniente en la vertiente atlántica y en la meseta de la península.
Es España los puntos cardinales dan nombre a los vientos, aunque en el Mediterráneo han popularizado un nombre propio, como por ejemplo el Tramontana, Mestral, Garbi, Xaloc, Leveche, Matacabras, etcétera, y los famosos Aliseos en Canarias.
De la dirección e intensidad del viento depende en buena medida la buena o mala línea de vuelo de las palomas, su velocidad y por tanto su pronto regreso o pérdida irreparable.
Según la dirección en la que sople el viento, y partiendo de los cuatro puntos cardinales, en el Principado de Asturias solemos tener concursos eminentemente distintos que hacen alcanzar a las palomas gran velocidad si sopla del Sur, cosa por otro lado muy poco frecuente por estas latitudes, donde es mucho más frecuente que el viento sea frío y venga del Norte, frenado y dificultando el avance de las palomas. En otras ocasiones los vientos de Poniente (aquí llamado “Gallego”) o de Levante producen una continuada deriva en el vuelo de las palomas asturianas haciendo que sus entradas en la región sean por tierras gallegas o santanderinas, en vez de por la zona leonesa como sería normal al seguirse aquí una línea de vuelo Sur; si bien hay que tener en cuenta que en la Península, al igual que en todal las latitudes medias del Hemisferio Norte, los vientos de componente oeste ( Poniente ) predominan durante gran parte del año.
El relieve es otro factor que influye en el tiempo de una zona determinada. Las cordilleras, los valles, los mares y los grandes lagos modifican sustancialmente las propiedades de las masas de aire y los fenómenos meteorológicos pueden variar radicalmente en pocos kilómetros de distancia. Es frecuente, por ejemplo, que mientras en la zona cantábrica de la Península los cielos están cubiertos, una vez pasada la cordillera, el Sol sea el meteoro dominante, lo cual es dibido a que los altos picos detienen el paso de las nubes que empujan los vientos de componente Norte y Noroeste y que llegan cargados de humedad.
Instrumentos válidos a la hora de predecir las condiciones meteorológicas locales y de los que se puede ayudar el colombófilo son el barómetro, que indica los cambios de presión atmosférica. Como regla general, cuando el barómetro sube hay que esperar buen tiempo, sol y anticiclón, excepto en algunas situaciones de Levante en Cataluña. Un descenso brusco señala tormentas o vientos fuertes. En verano, un descenso de solo dos o tres milibares por la tarde puede anunciar tormentas eléctricas.
El termómetro, el higrómetro y la veleta también pueden suministrarnos pistas. El saber popular, reflejado en el refranero también ha tenido su importancia en el tema que nos ocupa. He aquí algunos ejemplos
“ Cerco de Luna, lluvia segura; cerco de Sol, moja al pastor”. Las nubes altas, básicamente cirroestratos, producen fenómenos ópticos alrededor del Sol y de la Luna. Suelen ser señal fidedigna de cambios de tiempo.
“ Cielo aborregado, antes de tres días suelo mojado”. “Cielo empedrado, suelo mojado”. ”Cuando el cielo esta de lana, si no llueve hoy lloverá mañana”. Los cirrocúmulos y altocúmulos parecen ovejas o losas y preceden a los frentes de lluvias.
“Si la golondrina vuela bajo, agua recela”. Estas aves y los vencejos vuelan a ras de suelo cuando hay humedad, ya que persiguen insectos. Moscas y mosquitos vuelan bajo por la humedad que se acumula en sus alas. Pueden venir lluvias.
César González