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LAS BONDADES DE LA CEBADA


La cebada es un grano muchas veces despreciado en el palomar, tanto por el colombófilo, como por la paloma; por el primero por que lo considera como un grano con poco poder energético y alimenticio, y por la segunda debido posiblemente a su sabor y textura que hacen que no sea de los más apetecibles de la ración, más aun, es normalmente el último que el animal ingiere, cosa que solo hará si el hambre la obliga.
Y sin embargo, a través de los años que llevo practicando este bonito deporte, cada vez me doy más cuenta de lo importante que es este grano y los enormes beneficios que nos puede suponer su correcta y cotidiana utilización.
Es un cereal ligero y refrescante que no tiene un contenido calórico tan elevado como otros cereales pero si tiene alto contenido en proteínas ( 12%).  La cebada es igualmente un gran alimento energético, contiene el 10% de elementos plásticos y albúminas, siendo un alimento de construcción al mismo tiempo que energético y mineralizante, pues tiene mucho hierro y magnesio. Es de los cereales más ricos en fósforo, siendo bueno para el sistema nervioso.
Posee entre un 60 y un 75 % de Hidratos de Carbono (gasolina para el músculo de nuestras palomas). Bajo contenido de agua y valor calórico bastante elevado, debido a su contenido de Hidratos de Carbono. Las proteínas constituyen aproximadamente el 10% del peso del grano.
A parte de estas consideraciones más o menos teóricas y que pueden no decirnos mucho, estoy por asegurar que la cebada es el grano “de la salud” para la paloma, ya que su aporte en la ración, además de proporcionarle elementos que requiere el ave, sirve en gran medida para evitar problemas de sobrepeso, de toxicidad y facilita el transito intestinal.
Esto, traducido a lenguaje colombófilo quiere decir que cuando damos un porcentaje adecuado en la ración, nuestras aves van a volar mejor (por la carencia de excesiva materia grasa que les hace de lastre) van ha tener una digestión más corta y fácil, lo que le supondrá un mejor estado de los órganos que en ella intervienen, y esto mismo hará que los excrementos adquieran esa forma dura y redondeada que tanto nos gusta observar en el palomar.
¿Y que porcentaje es el adecuado? Ah señores, eso es otra historia. Depende de numerosos factores, tales como el ejercicio que realiza el animal en su entrenamiento alrededor del palomar, si además esta sacando unos pichones, la temperatura ambiente, la reserva de grasa que queramos que adquiera para afrontar el próximo concurso, etc. Todos estos son factores que hay que tener en cuenta y que no se rigen por una formula estrictamente matemática, por lo que aquel colombófilo que más se aproxime a los porcentajes correctos en la mezcla, tendrá más posibilidades de éxito, pues no olvidemos que en la forma de alimentar a las palomas es donde radica la diferencia entre un campeón y otro aficionado que no lo es; bueno, en esto y algunas cosas más, todas ellas que parecen muchas veces pequeños detalles, casi sin importancia, pero que suponen la diferencia entre el triunfo y la mediocridad.
Pero volvamos al tema origen de este artículo, la cebada y sus bondades: he observado que incluso en el palomar de cría, y en este caso en pequeñas cantidades, este grano resulta beneficioso tanto para los reproductores, como para los pichones, debido al mejor funcionamiento que observaremos en el aparato digestivo de ambos, así como en sus excrementos, pero eso si, como ya he dicho, siempre en porcentajes muy pequeños.
En el palomar de vuelo, por el contrarió se puede ser mucho más generoso a la hora de añadir cebada a la mezcla, tanto en época de concurso, como de muda y de reposo.
En muchas ocasiones, la única diferencia que existe entre que una paloma regrese a su palomar en cabeza o lo haga en la cola del pelotón o que incluso se pierda irremediablemente, es el sobrepeso que esta lleva en su organismo en forma de grasas acumuladas y que la obligan a apearse, con las nefastas consecuencias que esto puede suponerle, sobre todo si vuela sobre el mar.
Todos hemos podido ver como durante la época de descanso invernal, tras un breve vuelo de 10 o 15 minutos alrededor del palomar, el bando al completo se deja caer bruscamente sobre el tejado, los picos abiertos y la respiración jadeante, ¿qué les pasa a estas aves?,¿estarán afectadas por alguna enfermedad respiratoria? En la mayoría de los casos el único problema que tienen es la grasa que han acumulado en sus organismos por una inadecuada alimentación, y que un simple aumento en el porcentaje de cebada puede corregir, y sin embargo conozco a muchos colombófilos que corren a la farmacia a buscar el remedio que ponga fin a sus pérdidas de los primeros entrenamientos, cuando el remedio lo tienen posiblemente en casa, la cebada.
Y no olvidemos lo que sucede en invierno en los lugares donde los halcones y azores son comunes, cuantas de las palomas que se meriendan se hubiesen salvado de sus garras si su peso corporal fuese el adecuado, y es que nos basta para comprender esto con un simple ejemplo: si un perro sale corriendo detrás de dos individuos de similares características en cuanto a edad, salud, tamaño, etc, uno portando una mochila en la espalda y el otro sin ella, ¿quién tiene más opciones de ser mordido por el can?
Ahora bien, tampoco nos pasemos al otro extremo, una cosa es cuidar la línea y otra es criar y mantener animales raquíticos, escuálidos y desnutridos, que bastante trabajo tengan con sobrevivir como para preocuparse en competir.
Una buena forma de mantener un adecuado equilibrio en la dieta, al menos la que en mi caso me está dando excelentes resultados es el coger como base de la misma una buena mezcla comercial tipo sport y añadirles el porcentaje de cebada que las circunstancias del momento y el sentido común aconsejen. De esta forma nos aseguramos de que la paloma tenga una dieta variada que le aporte todas las vitaminas, proteínas, minerales y oligoelementos que requiere sin que padezca las consecuencias que su natural glotonería le acarrea, pues lo que en la naturaleza le supone una ventaja, la capacidad de comer más de lo que necesita para así acumular reservas para los tiempos difíciles y de carestía, en un deporte tan competitivo como el nuestro le supone un handicap. Es lo mimo que está pasando en  los países ricos (España entre ellos) donde lo que en el pasado fue una cualidad ventajosa pasa sobrevivir a los tiempos difíciles, hoy en día unido a los cambios de hábitos de la vida moderna se está convirtiendo en un grave problema de obesidad mórbida, aunque para nosotros el remedio no sea, como sucede con nuestras queridas aves la cebada, sino la tan ya famosa “dieta mediterránea”.

César González