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EL INVIERNO

La temporada de muda ha concluido y la estación invernal crea una nueva dinámica en el palomar.
En esta época es muy placentero ver a las palomas, todas con su nuevo plumaje, el cual si hemos obrado bien durante la época de muda, será brillante y sedoso, muestra de la vitalidad y salud del ave.
El acortamiento de los días, la lluvia, el invierno y el frío nos obligan a mantener durante mucho más tiempo las ventanas del palomar cerradas, impidiendo la salida al exterior de los bandos, por lo que es muy importante contrarrestar esta mayor quietud y sedentarismo con una alimentación más ligera en la que predominen los granos de carácter depurativo, y en concreto la cebada, que debe componer la mayor parte de la ración en este periodo.
Pero el que sea una época de menor actividad para la paloma, no quiere decir que el colombófilo pueda bajar la guardia; muy al contrario, los éxitos o fracasos de la futura campaña de vuelos primaveral van a depender de nuestras acciones en esta época, en la que tendremos que continuar cuidando al máximo todos los detalles que rodean la existencia de la paloma, con objeto de que no coja sobrepeso, conserve una excelente salud, realice un ejercicio moderado y goce del descanso y relax adecuado que le ayudarán a afrontar plena de fuerza y vigor los esfuerzos de futuros concursos.
Debo insistir aquí en que el ejercicio, aunque necesario, debe ser realizado con mucha moderación, pues no es tiempo de fatigar el músculo inútilmente, ni queremos que nuestras atletas adquieran una forma física excelente, pues sería contraproducente para los vuelos futuros. Nuestra única meta en estos momentos debe ser la de recuperar el tono muscular, dañado por los concursos y la pasividad derivada de la muda y hacer que la paloma disponga de unas alas lo suficientemente “engrasadas” como para ser capaz por ejemplo de eludir el ataque de un azor, muy abundantes en época invernal en toda la península, al huir de los rigores del invierno europeo.
A pesar de las bajas temperaturas, no debe faltarle a nuestras palomas el obligatorio baño semanal, procurando eso sí, ofrecérselo en aquellos días en que el frío no sea excesivo ni existan fuertes vientos que puedan producir problemas de salud por enfriamiento.
Las vitaminas, como en cualquier otra época, también deben ser suministradas en invierno, con una periodicidad aproximada de tres o cuatro veces al mes.
El aumento de la humedad que es característico de épocas invernales, nos obliga a cambiar frecuentemente el suministro de grit en el palomar, pues tiende a humedecerse y puede ser una fuente de transmisión de hongos al aparato digestivo de la paloma, al igual que ocurre con el vitamineral que también debe ser renovado con asiduidad.
Normalmente, aprovecho la época invernal para ir conociendo a los futuros viajeros, imaginando las futuras proezas que serán capaces de realizar e intentando descubrir el bando a los futuros campeones ya que esta época de paro absoluto en las competiciones se presta eso sí para renovar las esperanzas e ilusiones de cara al próximo año, en el que siempre pondremos todo nuestro empeño en pos de igualar o incluso superar los resultados de la última campaña.
Es pues el invierno, época de menor actividad colombófila, pero que nos puede resultar tremendamente gratificadora si sabemos disfrutar con el cotidiano contacto con nuestras queridas palomas, y es época también en la que renovar las ilusiones y esperanzas, pensando que  los próximos vuelos volverán a traer la emoción de la competición y la alegría del triunfo para todos aquellos que hayan sabido transformar este periodo de descanso en un tiempo provechoso.




                   César González





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