Al hablar de selección de palomas algunos aficionados utilizan estrictamente la palabra “selección” mientras que otros prefieren hablar de “eliminación”, y aunque son dos términos empleados como sinónimos para referirse a una misma acción, en realidad, son dos funciones totalmente diferentes pero que nos conducen a un mismo puerto utilizando distintos caminos.
Seleccionar es elegir, escoger las mejores palomas, ya sea para formar el equipo de voladores que defenderán deportivamente el prestigio del palomar, o bien para integrar el equipo de reproductores que intentara asegurar el porvenir de la colonia.
Por otra parte, eliminar es separar, sacar, hacer desaparecer todas las palomas que por una u otra causa han perdido valor para el deporte o la reproducción.
Por eso, la eliminación debe hacerse sin contemplaciones todos los años, empezando por los pichones que están en los nidos y dan las primeras señales de debilidad o se enferman, y siguiendo por los voladores y reproductores que por una u otra causa han dejado de dar respuesta a sus funciones.
De todos los departamentos de nuestro palomar, palomas viajeras, pichones, reproductores, es en este último precisamente, en la reproducción donde debemos ser más severos a la hora de realizar la selección, pues sólo las mejores palomas darán lugar a los mejores viajeros.
Por uno u otro motivo, casi todos los colombófilos tendemos a acumular gran cantidad de ejemplares en nuestro palomar de reproductores: alguna vieja gloria que ya casi no fecunda, algún que otro buen viajero que nunca nos ha dado un hijo campeón, palomas que hemos comprado y por ello nos cuesta quitar, u otras que nos han regalado y que a pesar de su escaso rendimiento conservamos, por el afecto al ave o al amigo que nos la ha regalado, siempre con la mejor intención, pero a priori ¿quién tiene la seguridad de que una u otra paloma será un buen reproductor?. Y así, por un motivo u otro vamos acumulando más y más reproductores sin darnos cuenta de que en las competiciones lo importante no es el número de palomas que se encestan, sino el número de ellas que regresan y ganan premios. Más vale por tanto la calidad que la cantidad, y por ello todos los años es necesario hacer una concienzuda, meditada y cien veces reflexionada selección en el palomar de los reproductores para que posteriormente la selección de los pichones sea mucho menor, pues estaremos criando con los ejemplares más capacitados y por tanto aquellos que nos darán los pichones más sanos, vivaces, atléticos e inteligentes, capaces de desarrollar durante toda su vida deportiva un adecuado rendimiento y darnos de vez en cuando alguna que otra satisfacción.
El palomar de reproducción es, como sabemos todos, la base de nuestra colonia y por ello en él tiene que comenzar la selección, una selección que haga que sus productos sean válidos para el deporte.
Una vez realizado este trabajo de selección, evidentemente el más difícil, el resto es mucho más sencillo: Los pichones con poca salud serán eliminados sin contemplaciones, y para el resto contaremos con la “inestimable colaboración” de las aves de presa que vivan en las inmediaciones del palomar y que se ofrecerán voluntarias a comerse cualquier paloma ya sea esta adulta o joven que dé muestras del más mínimo problema físico o tara genética. Desde luego, estos “colaboradores alados” ven en el bando mucho más de lo que el colombófilo más avispado y experimentado puede ver y detectan enseguida a aquel animal enfermo y fijan en él su punto de mira. Evidentemente estas palomas que se devoran son en muchas ocasiones muy buenos ejemplares que simplemente no han tenido aún el tiempo suficiente para reponerse del esfuerzo del último concurso en el que han participado, incluso ganado, por lo que no quiero yo que parezca que estoy a favor de su presencia por la zona, ni mucho menos, pero evidentemente su actuación también contribuye para bien o para mal en la selección de muestras mensajeras.
Y poco más puedo decir en lo que al hecho de la selección se refiere. Al vivir en una tierra tan adversa para la práctica de las carreras de palomas como es Asturias, al igual que ocurre en el resto de la Cornisa Cantábrica y en las Islas Canarias y Baleares, la propia cesta hará mejor que nadie una selección en los deportistas permitiendo el regreso no sólo de los más fuertes, veloces, resistentes y tenaces en vuelo, sino que además, dentro de este plantel de buenas mensajeras, todas aquellas que hayan tenido mala fortuna de no encontrar tierra en el primer día, no verán el siguiente amanecer, así de cruel es la colombofilia en algunas latitudes.
Evidentemente, en lugares donde el numero de palomas comprobadas se aproxima mucho al de inscritas en el concurso correspondiente, tiene que ser el colombófilo el que seleccione los ejemplares más rápidos y elimine a los lentos, pero eso en tierras isleñas y cantábricas desafortunadamente no es necesario.
César González