Ya
sabemos que en este deporte “cada maestrillo tiene su librillo” y es que en
realidad tampoco se puede decir que exista un método de actuar mejor que otro,
pues con el mismo método, realizando las mismas acciones, unos años podemos
obtener muy buenos resultados y otros por el contrario, más bien mediocres.
Y
es que todas las opiniones son respetables, así que en este artículo me voy a
limitar a exponer como estoy actuando yo en el manejo de mis pichones este año,
y en un futuro artículo contaré como me ha ido y que aciertos he observado y también
que errores he cometido, pues de estos, de los errores es de los que más se
aprende.
Para
empezar decir que más o menos a los 20 o 22 días de edad los pichones pasan en
el mismo palomar en que han nacido a lo que denomino “la pichonera”, en
realidad una caja de madera de las de fruta de toda la vida a la que he abierto
por un lado, puesto paja en su interior y tapado con una bandeja de madera.
¿Qué objeto tiene “la pichonera”?: Pues por una parte evitar que los pichones
pasen de su cazuela a la vecina en la que los padres han comenzado a realizar
la siguiente incubación, cosa que puede estropear los huevos, y por otro lado
favorece que los pichones comiencen a sociabilizar con los demás, son cebados
por varios machos y poco a poco se van haciendo más aventureros y comienzan a
salir hasta el comedero, empezando en este momento a comer por si mismos parte
de la ración, mientras el resto del grano necesario para cubrir sus necesidades
les es aportado por sus padres.
Posteriormente,
a los 28 o 30 días son destetados, pasando durante la primera semana a un
departamento en el que sólo habrá pichones de su edad aproximadamente, con
objeto de que no haya ninguno más adulto que se haga con el control del
departamento o del comedero. Durante este tiempo tienen comida de cría a su disposición
en todo momento.
Pasado
este periodo de destete en el que el pichón sufre una pequeña crisis hasta
adaptarse a su nueva vida independiente de sus padres, a la edad de 35 o 37
días pasa a convivir con el resto de los pichones y comienza su educación,
aprendiendo a responder a la llamada a comer y entrar y salir del palomar.
Muchos pichones en esta fase pueden pasar hasta tres días sin comer o comiendo
poco pues aún no compendien que la comida sólo estará disponible durante unos minutos,
pero esto es una cosa que no me preocupa, el hambre les hace aprender ponto y
tres días sin comer no es un gran hándicap para una paloma mensajera.
A
los dos meses o dos meses y medio de edad, el joven pichón ya está adaptado a
la dinámica diaria, por lo que responde con prontitud a la llamada para comer,
entra y sale sin dificultad por el spukny y vuela sin problemas en bando. Pero
para llegar aquí es necesario decir que me gusta ser bastante estricto en su
adiestramiento. Lo pichones salen todos los días por su voluntad o forzados
desde que tiene unos cuarenta días y están fuera del palomar una hora
aproximadamente, tiempo durante el cual pueden volar a voluntad o permanecer
por los alrededores si así lo prefieren, pero una vez llamados para entrar no
hay piedad, los que se retrasan no comen hasta el día siguiente, pues los
pichones comen sólo una vez al día mixtura de cría rica en leguminosos, pues
con este método de alimentación, además de ser mucho más cómodo, la disciplina
es más estricta que si se les sirviese de comer dos veces por día. Por otra
parte, la pluma se desarrolla perfectamente al igual que el mismo pichón, que
crece fuerte y esbelto, sin acúmulos de grasa, cosa que en lugares con
abundancia de depredadores alados como donde yo vivo es muy importante pues un
pichón con sobrepeso no suele tener una vida larga.
Como
mencionaba, a los dos meses y medio pasan al siguiente nivel. La comida
continuo suministrándosela una vez al día pero comienzo a agregar a la ración
un buen porcentaje de cebada, hasta un 40%, y el vuelo es obligatorio en
principio durante 30 minutos, para posteriormente pasar a entrenar durante 60
minutos, evidentemente de forma gradual.
La
disciplina sigue siendo muy rígida, las jóvenes palomas vuelan siempre a la
misma hora y son llamadas una vez finalizado el vuelo, quedándose sin comer la
que remolonee por los tejados o se entretenga por cualquier otra causa.
Machos
y hembras comparten palomar, un departamento en el que duermen sobre posaderos
y no tienen nidales. La bañera se pone una vez por semana, normalmente el
lunes, y el palomar es limpiado a
diario.
En
cuanto a tratamientos médicos, los pichones han recibido al ser destetados un
tratamiento contra parásitos externos y posteriormente otro contra parásitos
internos que no he repetido al no encontrar ninguna lombriz en los excrementos después
de su administración.
También
ha recibido un tratamiento contra hongos con Micostatín (13 c/c por litro de
agua durante tres a cinco días), pues esta primavera ha sido muy húmeda y los
granos acaban produciendo frecuentemente este problema en las palomas.
Tras
es tratamientos, los excrementos que no eran malos, han mejorado notablemente, convirtiéndose
en esas “canicas” que todos deseamos ver en el palomar.
Un
vez por semana reciben vitaminas, ya sea estas en forma de preparado farmacológico
que añado al agua, o más frecuentemente, pues su resultado creo que es mejor,
por medio de la comida a la cual añado levadura de cerveza.
Como
algunos pichones van a participar en los concursos que para esta categoría se
celebran en los meses de septiembre y octubre, los seleccionados para concurrir
en los mismos, utilizando como único criterio de selección su edad, pues tienen
que tener al menos 5 meses cuando
concurran a las competiciones, a partir de los tres meses de edad son
entrenados en entrenamientos de carretera, eso
sí, con mucho cuidado, procurando que el tiempo sea bueno y las
distancias cortas, para que aprendan adecuadamente sin forzarlos, pues
considero que en esa fase más que kilómetros, lo que los jóvenes pichones
necesitan es aprender a utilizar su extraordinario sentido de orientación.
El
aspecto físico de los pichones es magnífico y vuelan sin fatigarse durante una
hora a gran altura, desapareciendo en el horizonte frecuentemente, lo que
demuestra un excelente estado de forma y hace presagiar un buen resultado en
los vuelos si el tiempo acompaña un poco.
César
González