Cada vez que nos
juntamos dos o más aficionados a las palomas más bien pronto que tarde la conversación
se acaba centrando en nuestra afición común; Que si esta paloma tiene estas
cualidades, que si aquella es muy rápida, que si la otra tiene unos colores
espectaculares…
Incluso muchas veces la
conversación discurre entre aficionados a la cría y disfrute de distintos tipos
de palomas: buchonas, deportivas, de raza, etc., pues entre las más de 450
variedades distintas de palomas existentes hay quien se inclina por una o por
otra en función de sus gustos, del lugar en donde viva o de sus circunstancias
personales.
Pero sobre todas estas
razas y variedades de palomas hay una que destaca sobre las demás, la PALOMA
MENSAJERA, la cual tiene cualidades que no entran dentro del ámbito de la discusión
más o menos apasionada por una u otra raza, la paloma mensajera es capaz de
regresar a casa desde distancias enormes y la que llega primera es la campeona
y el juez que determina eso, el reloj, no tiene apelación ni discusión posible.
Un paloma pude tener un
color fabuloso, una osamenta de libro, equilibrio inmejorable, una musculatura
portentosa, una pluma suave como la seda, un ala extraordinaria, un ojo
excepcional y un pedigrí con 15 generaciones de pomposos apellidos “van de algo”,
pero como no vuele en cabeza, como no sea capaz de regresar de lejos y no sólo
una, sino varias veces, es una paloma tan normal como cualquiera de las que te
puedes encontrar en los numerosos parques y jardines de todas las ciudades.
Es por esta característica de regresar a casa
sin descanso en un vuelo interrumpido de horas o días que todos los aficionados
mostramos nuestra admiración a estas portentosas aves y les dedicamos nuestros
esfuerzos, desvelos y porque no decirlo, también dinero, en pos a favorecer y
conseguir que nuestras palomas logren hazañas cada vez mayores.
Pero ¿dónde está el límite
de la paloma mensajera, si es que lo tiene?
Hemos logrado que la
paloma vuele más de 1.000 km de regreso a su palomar, hemos conseguido que lo
haga con lluvia, con viento, con frio o con ola de calor.
Han regresado nuestras
palomas a casa mudando plumas, sangrando por heridas, con patas rotas o sin una
sola pluma en la cola.
A veces tengo la
impresión de que no queremos que nos lleguen palomas a casa y hacer espacio
para los pichones del año, pues las pruebas a las que las sometemos son en
ocasiones más que algo realizable un suicidio.
A la puerta de todo
palomar, en letras bien grandes, hay una palabra que todos deberíamos escribir
“paciencia” pues si bien nuestras palomas deben poseer numerosas cualidades, el
colombófilo también debe contar con las suyas, y entre ellas la paciencia
aunque imprescindible, suele brillar por su ausencia, y en ver de ser pacientes
esperando que un buen ejemplar tenga tiempo para madurar y dar sus mejores
rendimiento, por impaciencia lo exprimimos al máximo desde su juventud ya sea
en su faceta deportiva, reproductora o ambas, y mostramos la misma impaciencia
a la hora de realizar el resto de las labores colombófilas, realizando
entrenamientos demasiado largos, demasiado pronto, o compitiendo con ejemplares
aun de desarrollo físico y psicológico
Para enfrentarse a
estas maratonianas pruebas deportivas, suele dar buen resultado una alimentación
adecuada, y si además tenemos un método sencillo de preparación pues mucho
mejor. Suele dar buen resultado el partir de base de la alimentación con un
buen preparado comercial, hay barios que son equilibrados y cuyos granos de
calidad están muy limpios. Una mixtura de las conocidas como sport o de
competición mezclada al 50% con de cebada servida dos veces al día a razón de
aproximadamente de 28-30 gramos por paloma es una forma fácil de alimentar. El día
anterior al enceste les daremos comida sólo del tipo sport a voluntad, que la
paloma como todo lo que quiera, y el día del enceste sólo un 20% de la ración
habitual para que la paloma no devuelva en el viaje y se deshidrate.
La salud es otro de los
apartados en los que nunca debemos bajar la guardia. Una paloma que no cuente
con un perfecto estado de salud, por mucha calidad que tenga, por muy buenos
que hayan sido sus antepasados, nunca lograra buenos resultados pues es lógico
pensar que necesita de todas sus fuerzas para volver a casa y si está luchando
internamente con algún virus o bacteria acabara derrotada por la enfermedad y
los kilómetros a recorrer.
Entrenamiento y
descanso son dos caras de la misma moneda que puede hacer de un bando de
palomas un equipo ganador o perdedor dependiendo de su manejo. Si bien el
entrenamiento es necesario, su exceso es perjudicial, y lo mismo pasa con el
descanso. El problema es que no tenemos una forma de medir cuando la paloma ya
se encuentra descansada para volver a competir o cuando necesita seguir haciendo
ejercicio para mejorar su estado de forma, así que sólo la experiencia y la observación
nos pueden dar algunas claves de si lo estamos haciendo bien y por supuesto los
resultados en las competiciones.
Una motivación extra
puede hacer que la paloma tenga mayores deseos de regresar y por tanto más
constancia a la hora de volver a su palomar, y el nacimiento de sus pichones
puede ser un motivo más que justificado para ella, que le impulsara a recorrer nuestro país de
costa a costa o enfrentarse a un mar embravecido para llegar a alimentar y dar
calor a sus recién nacidos.
Cuando nos juntamos dos
o más aficionados a las palomas, hablemos de lo que hablemos, cualquier
observador extraño enseguida se dará cuenta de que esos “locos palomeros” al
fin y al cabo lo único que están haciendo es mostrar su enorme admiración a un
ave de poco más de 300 gramos, de apariencia frágil, pero de gran corazón y
fiel como ninguna otra a su añorado palomar.
César González