Continuando con los
artículos dedicados a nuestra afición, las palomas mensajeras, hoy quiero
abordar el tema de la cría de pichones en invierno.
Bien sea para enviar a
los Derbys que cada vez proliferan más el colombofilia, para sacar pichones
para los concursos destinados a las palomas jóvenes, por la impaciencia del
principiante, o por el motivo que sea, es habitual que muchos aficionados unen
a sus reproductores a principios de diciembre con objeto de una vez se cuenta
con anillas oficiales de la Real Federación Colombófila Española a primeros de
enero, disponer ya de pichones para poder ser anillados lo primero posible y
comenzar a acumular un más o menos nutrido grupo de jóvenes deportistas con los
que afrontar las futuras contiendas colombófilas.
En nuestro país, España,
al menos en el territorio peninsular e islas Baleares (las Islas Canarias
cuentan con un clima distinto) las
cuatro estaciones suelen estar bien definidas y las diferencias de temperaturas
tanto diurnas como nocturnas, así como las horas de luz están íntimamente
relacionadas con la época del año en que nos encontremos.
De esta forma, y en el
hemisferio norte, los días de invierno se caracterizan por ser fríos, húmedos y
con pocas horas de luz, lo cual va cambiando progresivamente hasta llegar a los
cálidos, secos y luminosos días del verano que culminan en el mes de septiembre con la llegada del otoño y la muda para
nuestras palomas.
Con estas premisas,
cualquier ave silvestre en la naturaleza no comenzara a criar hasta que los días
sean lo suficientemente largos y cálidos como para poder asegurar las adecuadas
condiciones de temperatura y alimentación a sus nidadas, por lo que dependiendo
de la especie, harán sus nidos en marzo, para posteriormente en el mes de abril
encubar sus huevos y sacar adelante a los pollos en mayo, uno de los meses del
año que se suele caracterizar por días muy largos y cálidos,
Por el contrario, los
colombófilos, en nuestro afán de conseguir pichones temprano, obligamos a
nuestras palomas a realizar una cría en época poco propicia para ello y que sin
duda alguna tiene varias desventajas por lo
que según mi experiencia personal está totalmente desaconsejada.
¿Qué inconvenientes
puede acarrear una cría demasiado temprana?, para los padres, para empezar, va
a resultar poco conveniente pues no se les ha dado el necesario y merecido
descanso después de haber realizado la muda, que como todos sabemos implica un
tremendo esfuerzo para el organismo de la paloma y tras el cual necesita tiempo
para volver a encontrarse en plenas facultades físicas. Si la paloma no está en
plenas facultades, tampoco sus pichones serán de la mayor calidad y creo que no
será necesario recordar a todos los aficionados que este deporte no consiste en
enviar palomas mermadas de facultades que llegan en el pelotón de los torpes,
sino en criar animales de gran calidad y valía capaces de volar hora tras hora
en cabeza de la bandada y regresar en los primeros puestos de las
clasificaciones.
En pos de lograr este
mismo objetivo, de nada nos sirven tampoco aquellos pichones que han sufrido
durante su desarrollo las carencias ocasionadas por las bajas temperaturas y
las pocas horas de alimentación debido a lo cortos que son los días en los meses
de enero y febrero. Los ejemplares criados en estas condiciones, si bien se
pueden desarrollar aparentemente normales, siempre pueden sufrir en su faceta
deportiva las carencias que han experimentado en el crítico periodo del
crecimiento y si bien en condiciones normales, las que vive un animal cuando se
encuentra en su entrono diario, no le supondrán un hándicap importante,
sometidos al esfuerzo inmenso de una prueba de fondo o gran fondo con el
desgaste físico que esto supone y el estrés que al ave le acarrea, cualquier
pequeña fisura, cualquier debilidad en la cadena hará que esta se rompa y que
la paloma se pierda.
Así pues, y en mi
opinión, opinión que por supuesto no es dogma de fe, sino una simple reflexión
basada en la experiencia, creo que una buena fecha para comenzar a criar es a
partir de mediados del mes de febrero, fecha en la que las palomas tienen ya un
mayor celo y se aparean consecuentemente más rápido, aceptando la pareja que se
les asigne en pocas horas o días, y así conseguiremos que en el plazo
aproximado de 10 o 12 días ya haya en el palomar los primeros huevos, huevos
que darán lugar a pichones sanos y bien desarrollados, encadenando nuestros
reproductores puesta tras puesta hasta llegar al mes de junio o julio, cuando
el calor recomienda separar a los sexos pues los pichones ya pasan nuevamente a
ser más débiles, no por el frio y la falta de luz como pasa en el invierno,
sino por el calor que hace que los padres ceben con demasiada agua, lo cual
unido al desgaste que ya sufren y llamémoslo así, el cansancio y hastió de
sacar pollada tras pollada, hace que ya no presten la debida atención a sus
pichones y que comiencen a verse individuos escuálidos y raquíticos.
Pero si por algún
motivo justificado necesitamos realizar una cría invernal, mi recomendación es
complementar la alimentación de los pichones con aceite de hígado de bacalao,
el cual se les puede administrar directamente en el pico con un cuentagotas. Una
o dos gotas una vez por semana va a evitarnos muchos problemas de raquitismos y
malnutrición, y es un remedio tan asequible como el acercarse a la farmacia más
cercana y adquirirlo junto a un cuentagotas para su administración.
Sin forzar a nuestros
reproductores, además de garantizar para ellos una vida mucho más larga y
fértil, también aseguramos el futuro de nuestra colonia alada, de nuestro
equipo de atletas del aire.
César González